martes, 5 de enero de 2016


Política afrodescendiente
Orlando Rivero

Una nueva generación de afrodescendientes, joven y universitaria, pide cancha sin romper con el pasado para abrir espacios en el difícil mundo de la política institucional.

“Me hice de izquierda leyendo a Betervide”, dice Orlando Rivero, de 34 años, a punto de egresar como psicólogo, militante del Partido Socialista e inspirador de la Organización Social Salvador, en homenaje a uno de los principales referentes sociales y políticos de la comunidad. Pertenece a una nueva generación de varones y mujeres activos contra el racismo y en defensa de su comunidad, con formación universitaria, críticos de las políticas estatales, que han formado un enorme abanico de organizaciones de pequeño tamaño, enfocadas a temas puntuales, ya sean de género, de estudiantes o educativas que enseñan los profundos cambios que vive el mundo afrodescendiente.
El tema fue la reciente creación de una unidad programática afrodescendiente en el Frente Amplio, en la que dirigentes y militantes pretenden marcar una impronta en el programa que orientará al próximo gobierno. “La participación de las personas involucradas es insustituible, por eso la creación de esta unidad”, explica Rivero. “Debemos romper un paradigma que dice que se puede resolver los problemas desde una sola visión, lo que no excluye la participación de personas que no sean afrodescendientes, pero mezclados, en todo caso.”
LAS HUELLAS DEL PASADO. Los verdaderos revolucionarios, dice una máxima del siglo pasado, nunca se comportan como si la historia empezara con ellos. La recuperación de Salvador Betervide (1903-1936) parece en sintonía con el crecimiento de una comunidad que se niega a ser folclorizada, como si sólo tuviera vida en el candombe y el fútbol.
Nacido en Melo, Betervide se recibió de abogado a los 22 años y fue el primer negro que integró el Colegio de Abogados. Ejerció su profesión como defensor de oficio y se afilió al Movimiento Avanzar de Julio César Grauert, en el Partido Colorado. En 1936, la revista Nuestra Raza impulsó la creación del Partido Autóctono Negro (pan), del que Betervide fue su primer candidato a la Cámara de Diputados.
“Somos una generación de militantes y activistas políticos que hemos encontrado en la búsqueda de nuestro pasado los principios ideales de nuestro presente. Desde los primeros africanos revolucionarios hasta los procesos políticos en los que hoy nos encaminamos, todos somos parte de esta lucha libertaria”, escribió en la revista Nuestra Raza.
Rivero recuerda que luego de 1830 Uruguay pasó por crisis importantes vinculadas a las cuestiones raciales por la enorme cantidad de esclavos afros, “que en muchos lugares superaban a los blancos, y eso explica en alguna medida el fomento de la inmigración europea”.
A principios del siglo xx “hubo políticas de Estado que hicieron que un sector de la comunidad mejorara su calidad de vida. El batllismo empezó a meter gente en empleos públicos, de muy baja calidad, en los servicios como porteros, pero empleos estables por primera vez en varias generaciones. Alba Roballo también lo hizo. Ahí surgieron elementos transgeneracionales porque eso les permitió educar a sus hijos, aunque fuera un porcentaje muy pequeño de la comunidad afrodescendiente. Pudieron acceder a la vivienda propia, salieron de la pobreza más extrema”.
Aunque ayudó a un pequeño sector a mejorar su calidad de vida, Rivero considera que a largo plazo el paternalismo batllista fue negativo porque no permitió que la persona se emancipase y generó una camada de dirigentes cooptados por el Estado que impidieron que el incipiente movimiento afro tomara un rumbo autónomo. “El paternalismo te coloca en un lugar de dependencia. Y esa dependencia se enseña también a los hijos. La gente vieja educada en aquella época batllista, como mi abuela, te decía: ‘nunca escupas la mano del que te da de comer’. Ella fue empleada doméstica y hasta el día de su muerte adoraba a su patrón.”
Sin embargo, la experiencia batllista podría ser replicada en una escala mucho mayor por los gobiernos del Frente Amplio, incluyendo cambios de carácter estructural. “Desde 2005 estamos acostumbrados a hacer recortes de la población y atenderla focalizadamente. Pese a las políticas sociales y la mejora de la calidad de vida, los afrodescendientes pobres ganan un 20 por ciento menos que los blancos en el mismo empleo.”
CENTROS DE MEMORIA. Llama la atención, luego de varios episodios de agresión contra afrodescendientes, la dificultad de la sociedad uruguaya para reconocer que existen comportamientos racistas, pero sobre todo para considerar que el racismo es estructural, cuando datos oficiales aseguran que el 70 por ciento de las empleadas domésticas pertenecen a esa comunidad...
Fuente: Brecha digital

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