Mónica
Xavier: reportaje en el Observador
Candidata a la secretaría general
del Partido Socialista, la senadora Mónica Xavier buscará la unidad de un
sector dividido en dos bloques por disputas internas. En entrevista con El
Observador, la expresidenta del Frente Amplio consideró que las actuales
diferencias entre dirigentes oficialistas "hipotecan la concreción de
transformaciones" y admitió que la situación económica llevará al gobierno
a "desacelerar" el ritmo de las promesas electorales.
¿Por qué resolvió presentarse a
la elección de la secretaría general del Partido Socialista?
Recogí voluntades de muchos compañeros que era su
aspiración que yo pudiera asumir esa responsabilidad. Lo pensé, sé que el
partido hoy está requiriendo que, con todas estas definiciones que ha adoptado
tanto en lo orgánico como en lo político, podamos conjugar en clave de unidad.
Es un partido sumamente discutidor, debate muchísimo, y está bueno el desafío.
El último congreso terminó con
insultos y problemas que ya venían de instancias previas. ¿Considera que el
partido está quebrado?
No. Quebrado no está porque hay grandes reservas del
partido en todo el país. Hay compañeros que han tenido una actitud de confrontación,
en algunos casos pública. Yo entiendo que no nos faltan ámbitos en la izquierda
para procesar las discusiones. Y nadie busca la unanimidad. Sí buscamos la
unidad que surja del debate, y que recoja la síntesis. Yo no oculto los
debates. Mi idea es que se pueda ver para adentro de las organizaciones y que
los que estén adentro no dejen de mirar para afuera. A veces nos gana el
internismo, y que demos paso al internismo es restarle esfuerzos a la gente.
El presidente Tabaré Vázquez
pidió fraternidad al Frente Amplio. ¿Usted considera que falta?
Sí. Yo siempre digo que no hay por qué venir a hacer
amigos a las colectividades políticas pero cuando uno logra tener buen vínculo
se facilitan las cosas. A mi por sobre todo me importa la confianza. No
queremos unanimidad pero sí unidad y síntesis. Ahora, a eso hay que agregarle
trabajo todos los días para que esa unidad sea posible y para que lo primero
sea defender a un compañero. Si hay acusaciones contra un compañero hay que ser
duro contra quien se desvía del camino.
Pero alguna de esas acusaciones
viene de la propia izquierda.
Por eso. La idea es que cuando el presidente reclama
fraternidad es para que nuestras contradicciones las resolvamos en ámbitos
donde corresponde y no se acuse a ningún compañero sin tener pruebas. Me parece
que es parte de la lealtad imprescindible.
¿Por qué piensa que las
diferencias quedan tan expuestas?
Me parece que hay gente que entiende que vale la pena que
la ciudadanía tome partido en esas diferentes posiciones. Creo que son todos
caminos que minan la confianza e hipotecan la concreción de las
transformaciones.
¿Entiende que el FA quedó acéfalo
después de que usted dejó la presidencia?
No voy a desconocer el valor de los compañeros que cada
dos meses han rotado en ternas de conducción. Lo que creo sin ningún tipo de
temor a que se me diga que no soy modesta es que el Frente perdió protagonismo
en la escena. Tuvimos más dificultades en conformar algunos posicionamientos en
el ámbito parlamentario .
¿Esperaba que ese triunvirato
funcionara de otra manera?
Es que yo no creo que esa sea una forma de conducción
para el Frente. Ahí sé que discrepo con otros compañeros. La historia del
Frente demuestra que ese tipo de conducción siempre fue para situaciones de
crisis. Y la crisis la precipitaron algunos. No existía la crisis en el Frente.
¿Quiénes la precipitaron?
Se llegó a una situación de crisis porque no había
ninguna alternativa posible de las tantas que planteé como para que las
autoridades que habíamos sido electas llegáramos hasta que vinieran las
próximas autoridades.
¿Cree que el tema ANCAP puede
tener consecuencias electorales?
Creo que independientemente de que hayan existido errores
también la oposición vio allí una oportunidad para mellar la figura de
determinados compañeros de proyección política. Es el juego de la política que
es lógico que a veces se dé. Se corre el riesgo de estar anticipando escenarios
electorales y eso me parece además de riesgoso, indigno. Acabamos de salir de
las elecciones, no estamos pasando los años más fáciles en la región y en el
mundo. Me parece frívolo que se anticipen los escenarios electorales.
Más allá del accionar de la
oposición fueron los propios dirigentes del Frente quienes acusaron de
perfilismo a integrantes del mismo partido. ¿Considera que se buscan
perfilismos?
Esas cosas van por cuenta de los compañeros que lo dicen.
Yo no me desdigo de ninguna de las obras que se propusieron. El plan de
desarrollo de ANCAP es un plan compartible. Si después en la instrumentación
hubo problemas hay que analizarlos y habrá que reconocer errores.
El ministro de Economía, Danilo
Astori, pidió la remoción del presidente de ANCAP. ¿Cuál es su posición?
No me parece imprescindible cambiar en este momento las
autoridades. Sí me parece imprescindible que el plan trazado se cumpla. Y en
eso confío en el presidente de la República que como siempre se dice, y sigue
siendo así, no le tiembla el pulso cuando cree que hay que relevar una
autoridad.
El presidente en campaña hizo
algunas promesas como la reforma de la educación y llevar la inflación a 5% en
18 meses. ¿Cree que fueron muy ambiciosas?
En este caso las circunstancias se deterioraron
notoriamente y muy vertiginosamente en los últimos seis meses. A mi me parece
que fueron propuestas atadas a esos momentos que valía la pena proponérselas y
que no caen porque las circunstancias hoy sean más complejas. Tal vez no es
claro el futuro de los dos países vecinos. Las situaciones no permiten hoy
decir en qué momento pueden recuperar su condición de crecimiento. Pero si
volvemos a tener una coyuntura en este período de gobierno de mayor estabilidad
hay que seguir con las propuestas. Acá ninguna reforma es en un gran acto con
una gran ley. Son búsquedas de consensos de una sociedad que vio postergado
durante mucho tiempo sus aspiraciones, empezó a concretar muchas de ellas en la
última década, y hoy ve que no se puede continuar al mismo ritmo. Habrá que
desacelerar ese ritmo pero pensando que esto no debe significar una situación
de pérdida de esperanza sino de trabajar para mejorar las condiciones en la
medida de lo que dependa de nosotros mismos. No creo que hayan sido promesas
electorales para no cumplir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario